
Un tocador de citara sin talento cantaba desde la mañana a la noche en casa con las predas muy bien estucadas. Como las predes le devolvían el eco, se imagino que tenia una voz magnifica, y de tal manera se lo creyó, que resolvió presentarse en el teatro; pero una vez en la escena cantó tan mal. que lo arrojaron a pedradas.
Del mismo modo, muchos oradores que en la escuela parecía tener algún talento, aún no han acabado de entrar en la carreyera política y ya descubren su incapacidad.
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